Ya sabemos lo que significa desde un punto de vista psicológico una victoria de la selección, y más en estos momentos de crisis económica. Especialmente cuando España no ha sido un país que haya destacado a nivel de selección en las competiciones internacionales.
Además lo conseguido no se había dado antes en el fútbol. Campeones de la Eurocopa 2008, campeones del Mundo 2010 y campeones de la Eurocopa 2012, de forma consecutiva.
También sabemos que en el fútbol, como en otros deportes, se escenifican las problemáticas de la vida cotidiana. La alegría que proporciona ser campeones sirve de terapia psicológica y nos hace olvidar temporalmente nuestros problemas.
Algunos necesitan disfrutar de cualquier instante de alegría, por pequeño que sea y absurdo que parezca, para poder seguir adelante.
Esta entrada no pretende ser una crónica deportiva. Debe servir como reflexión para psicoanalizarnos y comprender que necesitamos visualizar momentos de alegría, pasados, presentes o incluso futuros, para poder seguir adelante después de tanto sufrimiento.
Una vez acabada la Eurocopa, y pasada la euforia y catarsis (1) inicial, volveremos a nuestras realidades. Que no detallaré para no contribuir a una recaída anímica de la que cuesta salir y que no viene al caso ahora, todos somos conscientes de nuestras angustias personales.
Por tanto, no hay que darle más importancia al fútbol de la que tiene y sigamos adelante. No hace falta recordar que es el fin de la Eurocopa pero no el de nuestros problemas. Aunque no cabe duda de que para algunos el estado de ánimo es diferente, para otras muchas personas ser campeones de la Eurocopa no les va a cambiar su calamitosa existencia.
Aprovechemos el tirón de la Marea Roja, aprovechemos esta nueva oleada de optimismo efímero, ahora nos toca a nosotros.
¿A qué esperas?
¡Todos a Madrid a luchar por nuestros derechos!
(1)
Según wikipedia:
«Catarsis (del griego kátharsis, purificación) es una palabra descrita en la definición de tragedia en la Poética de Aristóteles como purificación emocional, corporal, mental y espiritual. Mediante la experiencia de la compasión y el miedo (eleos y phobos), los espectadores de la tragedia experimentarían la purificación del alma de esas pasiones.
Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o «purificar») al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de éstas; pero sin experimentar dicho castigo él mismo. Al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a si mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final».